lunes, 11 de enero de 2016

Educación y sostenibilidad

Ante la amenaza sin precedentes que suponen el aumento constante de la población, la destrucción ambiental y la creciente escasez de recursos, hay que someter a revisión la educación en todos sus niveles, con el fin de dotar de mayor importancia a su papel como difusora de valores, actitudes, comportamientos, costumbres y estilos de vida que fomenten la sostenibilidad.

Los primeros años de vida ofrecen una oportunidad para inculcar a los niños el amor a la naturaleza y unos hábitos, conductas y estilos de vida que favorezcan la sostenibilidad. Ciertas aptitudes básicas para la vida, como la comunicación, la cooperación, la autonomía, la creatividad, la capacidad de resolución de problemas o la constancia, se adquieren en estos primeros años, y es en ellos cuando se desarrolla la motivación para el aprendizaje.

Hoy en día, aproximadamente 77 millones de niños siguen sin estar matriculados en el colegio. Tal vez, si estos niños fueran a la escuela, muchos de los problemas del subdesarrollo, como el crecimiento económico, el sida o el círculo vicioso de la pobreza, disminuirían notablemente.

La educación primaria debería ser universal, pública y accesible para todos los niños. Si un niño no dispone de unos conocimientos básicos para actuar como un miembro más de la sociedad, no sólo sale perdiendo él, sino la sociedad en su conjunto. Ha sido demostrado que la escolarización en las niñas tiene beneficios sociales muy sorprendentes, como puede ser la reducción de la tasa de mortalidad materna e infantil, además del incremento de la capacidad  para tomar decisiones por ellas mismas, algo muy importante en los países subdesarrollados, donde son explotadas y obligadas a tener sexo sin protección, extendiendo las enfermedades de transmisión sexual y contribuyendo al descontrolado crecimiento demográfico.


Considerando que los beneficios son mucho mayores que las pérdidas, el Estado de estos países debería hacerse responsable del costo. No obstante, las sociedades no democráticas se niegan a dar una educación en condiciones. Los motivos pueden ir desde el hecho de que los gobiernos no puedan cubrir los pagos de la educación, ya sea porque haya una economía sumergida en la que no se paguen impuesto o porque los ingresos que se recojan sean ineficientes; pasando por la corrupción o, simplemente, por miedo a que una población educada esté preparada para desafiarles.

La educación en países subdesarrollados no sólo trae malas noticias, se han conseguido muchísimos logros en los últimos años. Por ejemplo, en Asia Oriental, según los datos del Banco Mundial, se consiguió que la matriculación de los niños en primaria pasara de un 86% al 99% en, aproximadamente, 15 años. Asia Meridional, sin embargo, está muy por detrás, ya que sólo cuenta con un 77% de matriculación en primaria, aunque también presenta una mejora considerable en comparación con años anteriores. África es un caso especial porque no se tienen datos exactos, pero se calcula que la matriculación de niños en el colegio ronda el 50%.

Además, es importante destacar la diferencia desproporcionada que hay entre géneros, ya que las niñas acuden al colegio en una clara minoría. Por no hablar de los niños discapacitados, de los que sólo acuden el 5%.


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